sábado, 24 de octubre de 2015

El Populismo en Argentina ¿Búsqueda de una salida luego de haber tocado fondo o mero ritual enfermizo de la esterilidad y la autodestrucción? Víctor Massuh

La tarde gris , el silencio , y las asociaciones libres me llevan a unos cuántos años atrás.Estaba capacitándome para Supervisora Docente. En una de las tantas materias  nos tocó en gracia como profesor, el Licenciado en Psicología, Hugo Chielli.
De esto hace muchísimos años. Éramos 80 docentes de diferentes zonas geográficas, capacitándonos en forma semipresencial El profesor Chielli era proactivo, tenía una energía positiva y sabía ver el lado buenos de las cosas sin dejar de ser firme. Y tenía una condición que lo caracterizaba no muy común  ni en esa época ni ahora : invitaba a  pensar, generaba espacios para que nos reencontráramos en el otro,  valoraba el trabajo de las alumnas y nos respetaba como personas. Además era uno de los tipos que mejor humor he visto dentro de los claustros.
Pero un día  el Profesor Chielli  nos "complicó la vida " con La Argentina Como Sentimiento". La democracia recién hacía florecido.
Jamás me voy a olvidar los rostros y expresiones en voz alta, el día, y de esto hace más de 25 años, que el profesor nos dijo que en las escuelas se iban a producir hechos de violencia y hasta perderían la vida docentes y alumnos.
Nos quedamos atónitas , algunas. Otras expresaron murmullos.  Nuestro profesor comenzó a ponernos en contacto en una realidad que no se veía dentro de un salón de clases y qué, en pleno fervor de democracia recuperada, a nadie se le hubiese ocurrido proyectarse hacia tanto tiempo después , siguiendo , quiensabe, qué línea de pensamiento.
Nos recuperamos.Algunas le creyeron.Otras no.Algunas dudamos y eso era un buen síntoma.
Comienza un cuatrimestre , así, inopinadamente, indicándonos comprar un libro con el que trabajaríamos.Se llamaba ( se llama)  "La Argentina como Sentimiento" de Víctor Massuh. Educada en contextos de gobiernos dictatoriales , familia donde no se podía hablar por las dudas se llevaran los milicos a mi Padre y otras minucias que prefiero no contar aquí pero que hacen a la obturación del pensamiento  leí ese libro y  las  palabras se iban hilvanando como perlas de un collar roto. No digo que fué "el libro". Fue el libro, el profesor y la democracia en el momento adecuado.
Mañana votamos. Hoy recordé a uno de mis grandes profesores y grande en el sentido humano , básicamente y en las palabras que jamás olvidaría de ese libro y todo el trabajo que hicimos con el.
Tal vez me sirva releerlo.Será cuando me lo devuelvan. O sea, cuando lo compre nuevamente. 
Pero recopilé palabras, conceptos, ideas y creo que el caminito que me llevó hasta el, caminito que el tiempo no ha borrado, tiene que ver con nosotros, los argentinos. De repente me siento a tuitear y sola como loca mala, recuerdo la anécdota que le atribuyen a Borges.Esa que finaliza diciendo que el problema de la Argentina son (somos) los argentinos. Y no puedo más que darle la razón. De golpe me di cuenta de que somos tan humanos que los "líderes políticos" argentinos opositores no fueron capaces de dejar su ego de lado y unirse teniendo en cuenta lo que está viviendo esta ciudadanía. Y que me estaba dando cuenta de esto a menos de 24 horas de ir a votar. Qué nos quedamos a mitad de camino, hacemos esplendorosas marchas y cada quien se va a su casa y al día siguiente se olvidó del tema. La catarsis argentina. Y por esos senderos que transitaba mi pensamiento, recordé el libro "La Argentina Como Sentimiento". Y recordé  la frase de Paul Ricoeur: "Porque el trabajar, el ejercicio continuo, vuelve viva nuestra memoria y la transforma en espacio de aprendizaje...”La memoria es el presente del pasado.El futuro nace de la memoria".


Y precisamente , de memoria, habla en una entrevista periodística el filósofo Víctor Massuh y opina : -"Uno de los males argentinos sería la falta de memoria. Me parece que los argentinos -todos nosotros- no tenemos sentido histórico; somos un pueblo sin memoria, y cuando digo un pueblo sin memoria estoy señalando básicamente que no tenemos la idea de la continuidad de los hechos históricos en el tiempo. Más que en la continuidad nosotros los argentinos preferimos pensar en la ruptura. Al no tener sentido histórico y ser un pueblo sin memoria, quiere que estamos permanentemente comenzando. Al estar comenzando estamos viviendo al día, o sea que estamos en un eterno presente, y en este sentido nos encontramos con algunos fenómenos tales como el de un funcionario que al asumir su tarea recibe la expectativa de toda la comunidad que espera que realmente haga el milagro. Por supuesto a los quince días estamos decepcionados y estamos también nosotros pensando en la ruptura. Por otro lado, esta funcionario también cae en la trampa de la falta de sentido histórico y considera que él debe operar una modificación substancial. Se trata de un funcionario que también niega el pasado. Diría que el condicionamiento negativo de nosotros, cuando asumimos una función importante, es entrar a negar todo el pasado. No pensamos en términos de continuidad y, por supuesto, este funcionario se olvida que él es un transeúnte fugaz en su gestión y, sin embargo, insiste en modificaciones substanciales. O sea, cuanto más precario es el tiempo o la duración de sus funciones, mayor es la modificación que quiere operar en esta tarea. Ahora, si efectivamente nosotros decimos que los argentinos estamos permanentemente comenzando por la falta de sentido histórico, quiere decir que estamos también permanentemente repitiendo. Siempre estamos comenzando, siempre repitiendo, y en este sentido la imagen que damos del país es la de un sainete mal escrito, en el que de pronto desalojamos a un protagonista, como villano, por una puerta y luego, en la otra escena entra como héroe por la puerta siguiente. A quien desalojamos como villano sabemos que volverá luego como héroe, y entonces nos encontramos en una especie de eterno retorno, y el eterno retorno es sencillamente una movilidad que no es otra cosa que inmovilismo. Es lo que nos caracteriza a los argentinos".

No puedo dejar de leer. Sobre todo cuando un periodista le pregunta si la inteligencia en la Argentina tiene algún valor.
El responde : -Desgraciadamente creo que no tiene ningún valor. En la Argentina nos hemos habituado al desprestigio de la inteligencia. La inteligencia es un organismo muy sensible, muy delicado, que cuando está operando en un medio rudo, o sea un medio caracterizado por la pasión, por la obediencia incondicional, por el predominio de la cantidad sobre la calidad, por la falta del espíritu de creatividad individual, en un medio así rudo la inteligencia se retrae, vegeta y, a veces, vuela hacia otras latitudes. Eso es lo que nos pasa a los argentinos. Ese hueco dejado por la inteligencia que, evidentemente, no cuenta con el prestigio comunitario, es llenado por una forma inferior de la inteligencia que es la viveza. La viveza argentina, que no es otra cosa que una mezcla de habilidad y de falta de escrúpulos, es una inteligencia inferior, una forma inferior de la inteligencia. Piense usted que la inteligencia, que no es otra cosa que razón metódica, se ejercita en el enfrentamiento de los problemas y, en cambio, la viveza se ejercita en el enfrentamiento de los problemas y, en cambio, la viveza se ejercita en eludir los problemas pero dando la impresión de haberlos enfrentado. Por otro lado usted advierte este otro fenómeno: la viveza, que incuestionablemente no enfrenta los problemas pero da la imagen de haberlos enfrentado, necesita ejercitarse en la simulación y la mentira. Cuando la viveza quiere resolver problemas, elabora reglamentaciones y normas que son un pandemoniun que nadie entiende. ¿Por qué? Porque como no tiene el hábito del enfrentamiento de los problemas se maneja con fórmulas, con ideologías, con slogans, y entonces usted se encuentra con curiosos testimonios que se dan cuando se alían la viveza con el dirigismo. Ahí ya se encuentra usted con una obra maestra del desastre o más bien de la inercia, de la confusión o del caos. En nuestro país, cuando usted observa períodos de gran caos, de gran desorden, de aplastamiento, usted encuentra que allí la viveza y el dirigismo han ejercitado una alianza total. La inteligencia es un ejercicio de la coherencia, la viveza es el ejercicio del efecto momentáneo, no le importa que su enunciado sea incoherente. De pronto usted se encuentra con testimonios tales como los que yo observo cuando estoy viendo televisión: un dirigente que señala que es indispensable aumentar la productividad global, pero a renglón seguido es el campeón de las normas permisivas, o incluso señala que efectivamente no hay que trabajar tanto; o cuando usted advierte esto otro: un dirigente se adhiere totalmente a la verticalidad. Entonces cuando usted pone el oído para saber cómo define verticalidad resulta ser la pura horizontalidad. O cuando de pronto usted advierte que un protagonista determinado se manifiesta entregado a una adhesión incondicional, pero a renglón seguido pone una condición... Yo no quiero darle contenido político a esta reflexión; solamente dar testimonio de lo que es una incoherencia mental, el ejercicio de la incoherencia, que viene del hecho de haber desprestigiado durante largos años la inteligencia".

Lo más paradójico es que esta entrevista se lleva a cabo en Octubre de 1975.Casi por cumplirse 30 años de el 17 de Octubre de 1945 y hoy tiene una vigencia impresionante.
Sigo leyendo y conmoviéndome como la primera vez .O más.
Massuh se refiere al individualismo de los argentinos.
"-Pienso que el argentino es esencialmente individualista, y creo que cuando el argentino es fiel a esta modalidad da de sí lo mejor. En cambio, cuando abandona esta actitud de fidelidad a lo individual y se recuesta en una estructura colectiva indudablemente da de sí lo peor. Creo que el argentino individualmente es valioso pero colectivamente no lo es tanto. Si usted focaliza el comportamiento del argentino a solas, digamos individualmente, en el taller, en el lugar de trabajo, en el círculo amistoso, en el pequeño grupo, en la camaradería de los iguales, advierte un comportamiento que muestra incuestionables virtudes, las mismas que nos celebran todos, incluso cuando usted va al extranjero. De otro modo usted no entiende por qué las universidades extranjeras están taponadas de argentinos de valor. Eso se debe a que el argentino en la individualidad manifiesta cualidades que son muy valiosas: su ingenio, su tendencia hacia la tristeza sabia, su simpatía por el perseguido, su generosidad, la movilidad de su inteligencia, el hecho de no hacer del valor útil el valor más alto, son características del argentino y que han sido definidas así por Scalabrini Ortiz, Macedonio Fernández, Eduardo Mallea hasta Borges, en el sentido de destacar estas cualidades del argentino, individualmente considerado. Pero cuando se lo convoca a un comportamiento colectivo, a integrar la cantidad, se lo estimula directamente a recostarse en un comportamiento masivo o gregario, multitudinario, uniforme, y se desdibuja su contorno individual. Entonces el argentino se recuesta en la irresponsabilidad colectiva. Individualmente es responsable, pero colectivamente es irresponsable. Claro está, usted puede decir que esto no vino solo... Por supuesto, no vino solo porque desde hace varias décadas hay una pedagogía colectivista que está orientada en el sentido de señalar que el individualismo argentino es sinónimo de una actitud egolátrica aristocrática, y no es tal... no hay modo de pensar en la excelencia de la comunidad si es que no comienza a afirmarse el valor del individuo. Ahora bien, yo podría decirle que cuando el argentino manifestó fidelidad a sus virtudes cardinales, a su soledad, al espíritu de distinción, a una voluntad de estilo, a una especie de voluntad de selección cualitativa, es que el argentino hizo la grandeza del país. Pero cuando fue ganado por una pedagogía colectivista es donde al individuo le fue mal: se diluyó en el rebaño o en el estado de muchedumbre. En este caso, incuestionablemente, perdimos fuerza creadora. Y yo le podría decir que ni la medianía ni la cantidad son excelentes estimulantes del progreso humano".
A medida que leo , me parece que estoy leyendo a alguien que está hablando ahora, y, me desmoralizo un poco.Sigue Massuh y omito ciertas opiniones sobre partidos políticos porque eso se lo dejo a los que saben de historia y del tema. Yo se solamente lo que me late formando parte de la polis, también omito el nombre de quién hizo la entrevista para evitar prejuicios pero, seguramente imaginarán quién era.
"- El país da la imagen del caos. Huelgas, frustración, inflación, desaliento, aumentos en los precios... o sea que se da una imagen que no es otra que la de caos. A mí no me aterra el caos. Creo que el caos, en algunos momentos, es el desorden que precede a un orden. Muchas veces el caos no es otra cosa que una situación en la que se está gestando el orden nuevo. Por eso, a priori, no soy hostil a una situación de caos. En este sentido recuerdo una frase de Nietzsche que decía: “Que se haga el caos dentro de ti para que des a luz una estrella”. Desgraciadamente, en el caos argentino no estamos gestando ninguna estrella. Me parece que nuestro caos no es creador. Porque tiene casi la fisonomía de la esterilidad. Porque nos estamos acostumbrando al desorden. Y estamos asumiendo el desorden como un orden. Podría decir que el argentino vive en un desorden real, pero también en un orden imaginario. Mejor dicho, en la realidad, el argentino está presionado por la desintegración; está en buena medida pobre, impotente, pero en el plano de la ficción hablamos de una Argentina Potencia. En el plano de la realidad no nos alcanzan los sueldos, falta trabajo, pero en la ficción nos engolosinamos con el hecho de tener la mejor legislación laboral del mundo... En el plano de la realidad los argentinos dirimimos nuestros problemas a tiros, pero en el término de la ficción hablamos de “comunidad organizada”. En la medida en que estemos encubriendo la realidad, por medio de la ficción, no podremos superar el caos. Por otro lado, cuando pienso en la administración pública, en esa administración actual, observo que, por lo general, no se siente responsable del caos. Ejercita una actitud escapista en virtud de lo cual está buscando las causas del caos en el siglo pasado, en el liberalismo, en las últimas décadas, en las influencias foráneas, etc."

Estoy atónita. El entrevistador le  pregunta " si asumir el desorden sería una manera de salir del caos ". Menos mal porque ya me daba un rivotrilazo!  El , responde:  "-Sería la manera de transfigurarlo. Y en ese sentido me parece adecuado que la administración actual asuma el caos (basta decir: “este desorden es mío, yo soy responsable de él”), sin intentar localizar culpas, es un paso en el sentido de resolverlo. Y para resolverlo necesita preguntarse si cuenta con los medios idóneos, con una técnica racional, con un equipo de expertos, mejor dicho, con una mínima clase dirigente como para poder salir del caos.
No puedo dejar de leer. El periodista pregunta si la Argentina es un país para ser dirigido o gobernado. Y Massuh responde: - "Fundamentalmente para ser gobernado... Creo que el hablar de conducción en lugar de gobernar ha sido una experiencia muy desdichada, porque conducción es un vocablo que puede regir legítimamente en el ámbito de la actividad militar o bien en el ámbito de la vida pastoril. Se conduce una tropa o se conduce un rebaño, pero a los seres libres se los gobierna y en este sentido es conveniente enfatizar la preeminencia del gobierno frente a la conducción. ¿Por qué? Porque un rebaño no puede criticar ni corregir a un pastor, pero en cambio un ciudadano libre sí puede criticar y corregir a un gobernante. Lo ideal es que en nuestro país el gobernante adquiera las cualidades adecuadas, que en política, desde Aristóteles hasta nuestros días, se viene señalando como la cartilla del buen gobernante. El buen gobernante lo es en la medida en que asuma tres cualidades que son básicas. En primer lugar: reconocer que él actúa como un modelo para el resto del país. Un gobernante es un paradigma, es una especie de educador implícito de la comunidad. Un gobernante es una imagen con respecto a la cual la comunidad actúa en virtud de un mecanismo de “imagen y semejanza”. Por lo tanto, no puede haber un buen gobernante si no se pregunta: “¿soy un modelo para mi comunidad?” La otra característica, que también está señalada por toda la ciencia política y la filosofía práctica, es que un gobernante debe ser incorruptible. No debe estar tocado por la sospecha de un manejo equívoco del dinero público. Esto significa que es elemental que yo no pueda pedir a los demás lo que no soy capaz de exigirme a mí mismo. Efectivamente, si no se parte del supuesto de la incorruptibilidad del funcionario nosotros estamos poniendo a un reo potencial en el papel de administrar Justicia, y esto es una contradicción. El tercer rasgo substancial para el ejercicio del gobierno es que el arte de gobernar adquiera cierto estilo. No se puede gobernar sin un estilo. Esto que los antiguos romanos llamaban la “majestas”. Los romanos no nombraban un funcionario singular, un cónsul, si no tenía cierta “majestas”, es decir, cierta grandeza. El oficio de gobernar no puede convertirse en un arte de entrecasa ni en un oficio diminuto. Tiene que ser un oficio de cierta grandeza, porque es lo único que le permite dar al poder el carácter de una autoridad moral. Es lo único que nos permite a nosotros sentir respeto por nuestros gobernantes. En otras palabras, es justo que el argentino, al contemplar a sus gobernantes, no sienta agobio ni vergüenza de ser argentino".
Y si bien esto se está haciendo largo, para mi no es menos interesante cuando le piden que explique  qué es el populismo; su drama y su virtud; su ideología.
-"El populismo expresa una versión muchedumbrizada del pueblo. Es el pueblo convertido en muchedumbre; de ahí que para el populismo son muy importantes las grandes concentraciones masivas. Las notas que definen al populismo son tres: en primer lugar la presencia de un líder carismático, o sea un líder máximo, una figura que represente una gran personalidad. En segundo lugar, la elaboración de una doctrina. La doctrina es aquello que se elabora sobre la base de los testimonios, de los fundamentos, de los dichos, de los discursos del conductor. Y un tercer elemento que no falta nunca en el populismo: el rito de concentración multitudinaria". Y aclara con respecto de los ritos multitudinarios :"En la construcción del populismo advierto la presencia de un líder y de una doctrina que emana de los testimonios del líder. Y de un rito multitudinario porque propicia una concentración colectiva que se produce periódicamente, que el líder necesita para originar un estado de mística colectiva. La nota emocional del populismo está dada por ese rito multitudinario. Cuando el líder máximo desaparece, nos quedamos con la doctrina, por un lado, y con el rito. Hay quienes consideran que lo fuerte del movimiento populista está dado por el elemento emocional y, por lo tanto, enfatizan la importancia del rito por encima de la doctrina. En este caso, nos encontramos con una actitud peligrosa porque valorizar un movimiento populista como un movimiento fundamentalmente emocional y apelar al rito multitudinario para poder de algún modo reactualizar esa emoción –ya que el líder había desaparecido- nos permite destacar que el populismo, como un fenómeno espontáneo, ha terminado y se convierte en un sistema de manipulación. En este caso, el manejo de las emociones colectivas puede estar hecho por una minoría reducidísima que actúa y gobierna en nombre del pueblo. Ya ve usted la distorsión que muestra que el populismo, por la vía del populismo ritual, puede terminar en el manejo abstracto de todo un vasto movimiento por parte de una escasa oligarquía. En este sentido, pienso que resta al populismo otra etapa, que es la de convertirse en un movimiento doctrinario. Esta sería su única etapa legítima y su única salida compatible con la dignidad. Porque trabajar la doctrina que ha dejado un líder, elaborarla, repensarla, significa poner en marcha el mecanismo de la inteligencia, que es lo que hace posible que este movimiento abandone la estructura de la emoción para entrar en la edad de la razón".

Interrogado sobre su "neutralidad" responde :-"No. Hasta donde mi condición de ser humano y de hombre con estructura ética me lo permite. Una neutralidad total no es posible. Se trata, sí, de una cierta objetividad en el plano del pensamiento, que acaso es una forma de estar comprometido éticamente".

En la nota se habla sobre individualista y se le pregunta si el, Víctor Massuh, es individualista.
El responde: -" Sí, soy completamente individualista. Y se lo puedo decir por dos razones que yo vivo entrañablemente. La primera es cultural: considero que hay una concepción que define al individuo como el hombre solo poseyendo una dignidad absoluta. Un hombre solo que posee una dignidad absoluta es aquel que no debe ser subordinado ni sometido a la Nación, al Estado, a la Historia ni a ninguna instancia colectiva. Esta concepción, esta idea del individualismo, está en el corazón del cristianismo, de las formaciones más refinadas del pensamiento árabe y judío medieval; está en el corazón de los místicos y de los caballeros españoles y la ha desarrollado Miguel de Unamuno bajo la forma del “hombre de carne y hueso”. En nuestro país, entra a través del personaje de Cruz, del “Martín Fierro”; ha sido elaborada por Macedonio Fernández, Scalabrini Ortíz, Ernesto Sábato y Vicente Fatone, o sea que está en el corazón de la cultura argentina. Al mismo tiempo, esta valorización del individuo que es la exaltación del hombre solo poseyendo la dignidad absoluta, es la que está también en la base de la acción de los grandes pioneros argentinos, los que decidieron crear la industria, realizar empresas, colonizar el interior sin pedirle permiso al Estado y sin contar con su protección. Por otro lado, me siento absolutamente individualista porque considero que no hay un mejoramiento de los demás que no se haga a partir del mejoramiento de uno mismo. Me siento harto de estos redentores que quieren salvar a los demás, de estos dirigentes que se “sacrifican” por el pueblo, de personas que quieren luchar por la felicidad de todos, pero que cuando uno los conoce y los ve de cerca, cara a cara, observa que son seres mediocres, que son seres maltrechos del alma, viciosos, llenos de limitaciones, neuróticos, que no son capaces de hacer el menor esfuerzo incluso a favor de sí mismos. En ese sentido, recuerdo una anécdota que Victoria Ocampo, una gran amiga a quien quiero y admiro mucho, cuenta en un libro. Mahatma Gandhi estaba en una reunión de prensa y un periodista enconado lo reprochó: “¿usted no se siente un ser que está monopolizando el mejoramiento del universo?” Y Gandhi, con toda modestia, le contestó: “De ninguna manera. Yo solamente asumo el monopolio del mejoramiento de mí mismo. Y ya eso es una tarea demasiado difícil”.
Me siento muy bien ya que buscando el libro de Massuh, encontré esta entrevista.No voy a citar la fuente. Está online y no tengo ganas de hacerlo.
Me estoy poniendo individualista, en una tarde gris que se hizo noche fría y mediante asociaciones y caminitos de la memoria me rencontré con mi admirado escritor y descubrí otras palabras suyas , que no figuran en sus libros.

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